El juicio se abre el 19 de Diciembre de 1894. Por aquel entonces el caso se había convertido en lo que llamaríamos un "proceso mediático" que la prensa antisemita y reaccionaria había elegido como bandera contra la III República, y el Ejército había empeñado demasiado su honor para aceptar que Dreyfus saliese libre. Al abogado de Dreyfus se le prohibió consultar el caso, ni siquiera con la familia de Dreyfus, bajo pena de cinco años de prisión por Espionaje y Revelación de secretos. En consecuencia, no hubo verdaderas posibilidades de defensa. Se decretó el juicio a "puerta cerrada" para que la prensa y público no apreciasen la falta absoluta de pruebas.
Y Hubert-Joseph Henry, el oficial descubridor del bordereau, presentó otra importantísima "prueba de cargo": relató que una "persona importante y digna de toda fe", de la que no podía decir el nombre, le había dicho que el traidor era Dreyfus. El jurado militar no le pide que declare el nombre del testigo, sólo que jure ante el crucifijo que lo declarado es cierto., lo que hace Henry. Que, por cierto, ya sabemos que se suicidó en 1898 tras descubrirse que fabricó pruebas falsas contra Dreyfus. Nuevamente, quienes tratan de comparar el caso Dreyfus con el 11-M incurren en una gruesa, burda y grosera mentira.
En el juicio, Du Paty de Clam aportó, como aplastantes pruebas, haber encontrado al acusado una tarde en los pasillos del Ministerio de la Guerra (Dreyfus se había perdido, pues no conocía las nuevas instalaciones del Servicio Geográfico del Ejército) y haber observado que movía la pierna durante su primer interrogatorio, señal para Du Paty de que se le aceleraba el corazón. El encarnizamiento de Du Paty llamaba tanto la atención, que un miembro de la Fiscalía Militar declaró. "Pues si Dreyfus no es el culpable, ¡el culpable es él!"
La parcialidad del jurado fue, en todo momento, descarada. Durante el alegato del defensor M. Demange, el Presidente del Tribunal se puso a leer ostensiblemente un libro, y el resto de los jueces adquirieron también actitudes de despreocupación.
Dado que, pese a todo, los antidreyfusistas eran conscientes de la debilidad de su postura, presentaron un "dossier secreto" llamado "El Dossier Definitivo" cuyos documentos no se hicieron públicos ni se permitió examinar a la defensa, supuestamente con pruebas aplastantes contra Dreyfus. Obsérvese la clamorosa injusticia, puesto que la defensa no pudo examinar, ni defenderse, de un contenido que ignoraban.
Aún actualmente no se sabe lo que contenía a ciencia cierta. Al parecer, la mayoría de dicho dossier consistía en documentos irrelevantes; muchos, falsos, y uno de ellos, el más famoso, era auténtico, pero solo hablaba del "canalla de D.". Los antidreifusistas acusaron a Dreyfus porque "D." era la inicial de su apellido. Sin embargo, el Servicio de Contraespionaje, y en el Ministerio de la Guerra, sabían desde hacía un año que "D" era la inicial de "Dubois", (apodo que había adoptado un civil que proporcionó planos y documentos al embajador alemán) y, por lo tanto, no tenía nada que ver con Dreyfus.
La propia lectura del bordereau, la primera pieza encontrada, debería haber sido suficiente para haber dirigido la atención del Contraespionaje a otro lado. Al final decía "Je vais partir en manœuvre." Sin embargo, una atenta comparación de la planilla de maniobras de Dreyfus con la fecha en la que se escribió la relación, muestra que Dreyfus no fue el autor. Después del 17 de Mayo Dreyfus sabía que no iba a ir de maniobras por un largo período de tiempo, y antes del 17 de Mayo Dreyfus no podía conocer los cinco documentos del bordereau. Así de sencillo. La excusa para continuar atacando al capiotán judío: nuevamente la "Autofalsificación": Dreyfus pone datos falsos para tener una coartada en caso de ser descubierto (no se extrañen; coartadas más raras defiende la gente por ahí)
El Dossier Definitivo fue creciendo con los años y las falsificaciones de Henry, hasta incluir cientos de documentos. El Presidente del Tribunal, Coronel Émilien Maurel dijo haber leído un sólo documento, que según él "era suficiente”, (el "canaille de D.", seguramente) pero en el segundo Consejo de Guerra, cuando ya Esterhazy había confesado, se sabía que el "dossier definitivo" era falso y la inocencia aceptada por cualquiera que no fuera un fanático, se quiso excusar cobardemente diciendo que "esos documentos no habían sido importantes para la condena"? Nunca, jamás, se pudo presentar un documento convincente contra Dreyfus proveniente de dicho "dossier", y actualmente, como queda dicho, su contenido está comletamente desacreditado y se cree que pertenecían a él muchos rumores inventados, testimonios, falsos, etc, que actualmente se han perdido.
Con pruebas como éstas, y otras del mismo jaez, Dreyfus fue condenado a perpetuidad y degradado. Debido a que el juicio fue a "puerta cerrada" (que sin embargo, la acusación vulneró, permitiéndose que diversas personalidades tuvieran acceso ilegítimamente) pocos de sus compatriotas creían en su inocencia, y sólo su hermano Mathieu, su esposa Lucie y unos pocos amigos continuaron luchando por una revisión del proceso, consiguiendo convencer a algunos periodistas y políticos, fundamentalmente de la izquierda antimilitarista.
Dreyfus firmó en seguida el recurso ante el Consejo de Revisión, alegando varios defectos de forma,. Pocas posibilidades tenía, pues el Comisario del Gobierno ante dicho Consejo, el comandante Romain, dijo al secretario del abogado Demange: "El Consejo de Revisión adopta siempre mis conclusiones. Y aunque haya cien defectos de forma, desestimaré el recurso. No habrá revisión; jamás, jamás"
El "Affaire Dreyfus"... J'accuse!
El caso dio un vuelco total cuando se descubre al verdadero culpable, un oficial crápula, lleno de deudas, llamado Ferdinand Walsin Esterhazy. Su responsabilidad se demostró a través de dos vías distintas: un banquero que reconoció su letra, y un abnegado y honrado oficial, Georges Picquart (llegó a ser Ministro de la Guerra) que, encontrándose supliendo al jefe del SR (Service de Renseignements militar) descubrió un telegrama ("le petit bleu") de la embajada alemana a Esterhazy, y al investigar a este oficial comprobó, estupefacto, que su letra era la del bordereau.
Picquart, antes convencido de la culpabilidad de Dreyfus, investiga, y el error salta a la vista. Se convierte en un furibundo dreyfusista. Informa a sus superiores, que no sólo rehúsan tomar en consideración la posibilidad de volver a abrir el caso (amparándose en la "cosa juzgada") sino que alejan a Picquart del Estado Mayor Central... y de París, destinándole a Túnez. Nuevamente, no existe comparación posible con el 11-M, donde la aparición de pruebas nuevas (auténticas), que demostrasen la inocencia de algún acusado, sería indudablemente tenida en consideración por la Justicia.
El coronel Henry, viendo que los dreyfusistas ganan posiciones, falsifica una supuesta carta de un diplomático italiano identificando al capitán como un espía (documento se conoce como le «faux Henry») y acusa a Picquart de diversas malversaciones.
Sin embargo, dada la evidente identidad de le bordereau con la escritura de Esterhazy, que ha quedado expuesta al público gracias a la publicación en los periódicos, los antidreyfusistas no logran evitar que gran parte de la opinión pública, periodistas, politicos, y muchos intelectuales acusen al oficial de traición. Para tratar de cerrar el caso, el Ministerio se niega a unir ambos procesos (Dreyfus y Esterhazy) y obliga a este último a someterse a un Consejo de Guerra, amañado, para acallar las voces críticas. El 10 de Enero de 1898 se abrió el juicio contra Esterhazy, que fue absuelto.
Las irregularidades en este proceso son, también, increíbles. Se proporciona al acusado una relación de los puntos a tratar al día siguiente, y "recomendaciones" del tribunal sobre su línea de defensa. La sala se desaloja cuando el Tribunal considera que se van a tratar temas que atañen a los intereses del Estado (o sea, cuando va a ponerse en evidencia la prevaricación de los jueces militares). Sólo se presentan peritos de la defensa y del Ejército (que actúan también como defensores ¿a qué me suena ésto?), y la familia Dreyfus no es admitida como parte.
Absuelto y todo, viendo el riesgo que corría de ser descubierto, Esterhazy se exilió en Londres, desde donde reconoció (Le matin, 1899) haber escrito le bordereau, si bien acusó a sus jefes de haberle "dictado" el documento. Su papel, oscuro, ha llevado a al gunos a defender que se trataba, en realidad, de un doble agente que intoxicaba a los alemanes con material de poco valor. En su contra, también, juegan unas cartas furibundamente francófobas y donde expresa un profundo desprecio por su país y el ejército francés, que escribió a su amante, Mme. de Boulancy, (la más famosa, la "Carta del Ulano", decía: "París arrasada por la tormenta y entregada al pillaje de cien mil soldados borrachos... ¡Esa es la fiesta que yo quiero") y que nuevamente no fueron tomadas en consideración por la Justicia Militar, tan predispuesta en cambio contra Dreyfus, que siempre fue un buen patriota.
Émile Zola, informado a mediados de noviembre de 1897 del caso, da una nueva dimensión al Affair Dreyfus al escribir, el 13 de enero, su celebérrimo J'accuse en el periódico L'Aurore:
...acuso al primer Consejo de Guerra, por haber condenado a un acusado, fundándose en un documento secreto, y al segundo Consejo de Guerra, por haber cubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico de absolver conscientemente a un culpable...Igualico, igualico, que Díaz de Mera:
..presumiblemente, no es información es opinión, presumiblemente la controversia falazmente establecida y con potencia reflejada en los medios de comunicación entre la llamada versión oficial y la llamada versión conspirativa...Zola ha conseguido llamar la atención sobre sí mismo para tener ocasión de discutir públicamente del Affaire (como según Pedro J. había hecho Díaz de Mera), pero, en lugar de cubrirse de ridículo, el escritor francés, efectivamente, logró mostrar al público y al mundo entero la falsa acusación que se había seguido contra Dreyfus.
Poco después se descubrió la falsedad del "faux Henry", cuyo autor se suicidó, y finalmente el Tribunal de Casación admitió la nulidad del proceso de 1894. El Tribunal, fiando en la honorabilidad del Ejército reenvió el caso al Consejo de Guerra de Rennes. Pese a la clamorosa inocencia de Dreyfus, no pensemos que la campaña contra él había cesado.
La prensa antisemita organizó violentas manifestaciones, y el Ejército y la fracción de ultraderecha (cuarenta años después, sus sucesores políticos procederían a la "limpieza étnica" de Francia colaborando con los ocupantes alemanes) trataron de conseguir, por todos los medios, una nueva condena que salvase "el honor del Ejército". Dreyfus, que había cumpido ya cinco años en la isla del Diablo, enfermo, maltratado, -sus carceleros estaban aterrorizados con la idea de una fuga y usaron un rigor innecesario- malalimentado, casi sin recibir noticias de la batalla que por su libertad se libraba a miles de kilómetros, fue llamado para ser de nuevo juzgado. El 30 de Junio de 1899 pisó de nuevo su patria.
El proceso se abrió el 7 de agosto de 1899 en un clima de violencia inaudita. Rennes estaba en estado de sitio. El tribunal militar sufrió presiones increíbles. Las confesiones de Henry (muerto), y de Esterhazy (prófugo) fueron declaradas nulas. Se admitieron testigos del Ejército que desfilaron afirmando la culpabilidad de Dreyfus sin presentar ninguna prueba, simplemente empeñando su palabra en la acusación. Un abogado de la defensa fue tiroteado.
El 9 de septiembre, Dreyfus es nuevamente condenado, por "traición con circunstancias atenuantes". Todo el mundo comprende que Dreyfus es inocente, pero que para no reconocerlo el Tribunal ha concedido la pantomima de las "circunstancias atenuantes" (¿traición con atenuantes? se preguntan todos) con vistas a un posible indulto.
Efectivamente, dos días después de la condena el presidente concede la gracia presidencial. Para ello, sin embargo, Dreyfus ha tenido que reconocer su "culpabilidad". Y éso le aleja de muchos buenos dreyfusistas, como Zola, que no entenden que haya aceptado y lo ven como una rendición. Lo cierto es que Dreyfus es un hombre agotado y enfermo, que no ha podido ver en cinco años a su familia, y por eso acepta el indulto.
Rehabilitación
El Gobierno, que por momentos llegó a temer una guerra civil, piensa que todo está cerrado. Pero no es así. Las elecciones de 1902 dan la victoria a la izquierda. Jean Jaurès es reelegido, y abre con renovados bríos el proceso Dreyfus. Zola ya no puede verlo, pues muere asfixiado por una estufa en 1902. La Justicia Civil, esta vez, trabaja volviendo a abrir y poner de manifiesto la absoluta falta de pruebas contra el acusado. Finalmente, en julio de 1906, el Tribunal de Casación anula definitivamente el caso (esta vez deja bien sentado que los juicios anteriores quedan completamente anulados, que no debería haber habido ni siquiera el primer juicio, por lo que no hay Consejo de Guerra al que reenviar).
«Esperado, como último análisis, que, de la acusación llevada contra Dreyfus, nada permanece de pie; y que la anulación del juicio del Consejo de Guerra no deja subsistir nada que pueda a su cargo ser cualificado como crimen o delito; por lo tanto, por aplicación del apartado final del artículo 445 ninguna devolución debe pronunciarse.»Dreyfus será rehabilitado, aunque los años pasados en presidio no le serán computados en su carrera militar. No será compensado económicamente, ni de ninguna manera. El 4 de junio de 1908, con motivo de la transferencia de las cenizas de Emile Zola al Panteón de París, Alfred Dreyfus sufrió un atentado.
Participa defendiendo a su país en París y Verdún en la Gran Guerra, y muere en 1935, a los setenta y seis años de edad.
Aunque pueda parecer extenso, no es éste más que un resumen muy conciso de todo lo que se maquinó contra Alfred Dreyfus, de cómo se falsificaron pruebas, se le impidió su defensa, se declaró inocentes a canallas y culpables...
Piensen ustedes ¿es comparable, el juicio que ha tenido Zougham, con el trato que se le dio a Dreyfus?
A ustedes, la palabra
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