jueves, 30 de julio de 2009

LAS NOBELDADES DEL CASO IGLESIAS (III): CONTAMINACIÓN (IIIb)

Acababa Antonio Iglesias su crítica al experimento del envejecimiento, en la práctica su ataque al director de la pericia, Alfonso Vega, con estas palabras:

Así lo ratifico y así consta en las grabaciones de vídeo y audio.

Destaca estas palabras en cursiva, y las repite en otra ocasión: Así lo ratifico y mantengo en este trabajo.

Quizás afirmación tan campanuda despierte ecos o reminiscencias en ustedes. A mi me recuerda al estilo profético del Antiguo Testamento. Habacuc no lo hubiera hecho mejor. Isaías parece ser de la misma opinión:
Oíd, cielos; escucha, tierra, que habla Yahveh (Is 1,2)
Bromas aparte, dado que lo que ratifica Iglesias es que Alfonso Vega tenía como intención “desvirtuar los hallazgos objetivos que habían aparecido en los análisis”, lo cual es una acusación muy grave y basada en una mera apreciación personal, y como no es razonable pensar que Vega hiciera en las grabaciones, a hurtadillas, una confesión de sus malvados planes para conquistar el mundo, temo que la credibilidad que se le puede conceder a la ratificación y donación de fe efectuada por Iglesias es, como siempre, escasita.

Pero sigamos avanzando en el capítulo V del libro “Titadyn”, y vemos que, en el siguiente epígrafe, Iglesias se mete ya en enjundia y analiza la explicación que pareció más probable a los peritos independientes, encabezados por el Director de la pericia, Alfonso Vega; esto es, que la contaminación se produjo, de manera accidental, a partir de muestras almacenadas en el recinto de los TEDAX.

Para mostrar si esto era posible o no, se diseño un experimento que permitiese comprobar si las bolsas de polietileno y los tubos FALCON eran o no permeables a determinados vapores, entre ellos nitroglicerina, DNT y nitroglicol. Entiéndase que el experimento no se realiza para afirmar que la contaminación ocurrió de esta manera sino, simplemente, para comprobar si las bolsas y los tubos son permeables o no, es decir, si la contaminación PUDO ocurrir de esta manera. Corresponde luego, al Tribunal, hacer la valoración conjunta de la prueba y, en este caso, decidir si la aparición de trazas de DNT y nitroglicerina tiene como única explicación la presencia de un explosivo con DNT y nitroglicerina, o hay otras explicaciones tanto o más probables y que coinciden mejor con los millares de pruebas obtenidas.

Continuemos. Como la prueba le salió batracio, Iglesias trata de desvirtuarla desde el inicio, y dice…

Esta parte del Informe pericial fue redactada unilateralmente por los peritos oficiales. No nos la entregaron hasta la víspera del 16 de mayo, cuando el informe debía ser entregado al juez. Por esta razón no pudimos hacer un análisis crítico del experimento.

Obsérvese que Iglesias dice que es la redacción de esta parte del informe lo que hicieron en solitario los peritos oficiales. Los análisis se hicieron en presencia de todos, los resultados son los que son, y el informe lo firmaron todos, aunque algunos peritos hicieron salvedades. ¿Por qué los peritos oficiales redactaron esta parte en solitario, suponiendo que sea cierto lo que dice Iglesias? Pues no lo sabemos, y quizás no tenga mayor importancia. Sin embargo, en otras partes del libro, Antonio Iglesias cuenta que los peritos oficiales trataron de llegar a un consenso para entregar unas conclusiones comunes, pero los peritos conspiracionistas se negaron, casi con indignación, como si les estuvieran proponiendo que mintieran.

No parece extraño del todo que, si los peritos conspiracionistas redactaban sus propias conclusiones, los peritos oficiales decidiesen hacer lo propio, ante la dificultad para llegar a un consenso.

Y, por otro lado, que la redacción definitiva de las conclusiones les fuera entregada el día 15 de mayo, la víspera de ser remitida al Tribunal, de ser cierto, parece ser más bien una excusa para justificar la nula capacidad de respuesta de los peritos conspiracionistas ante los hechos presentados por el resto de los peritos.

Para empezar porque lo que se estaba redactando con tanta prisa, para poder declarar ante el tribunal el día 28 y 29 de Mayo, no eran las conclusiones del experimento de las bolsas, sino todo el informe pericial. Es decir, que no hubo ninguna intención, por parte del Director de la pericia, de quitar a los peritos conspiracioistas tiempo de reacción ante dixho experimento, sino más bien lógicas prisas ante el día D que se les echa encima..

Es más, el experimento se había realizado ya durante el mes de Abril, todos los datos estaban a disposición de todos los peritos, y la declaración no se produjo hasta finales de Mayo, lo que daba tiempo más que sobrado para preparar una contundente respuesta, de haberla tenido, en lugar de balbuceos y divagaciones. Como muestra, recordemos que el perito Iglesias redactó un informe sobre la metenamina, los explosivos que contenían nitroglicerina y las supuestas pifias de los TEDAX en pocos días, a petición de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, y de manera tan brillante que, en menos de 24 horas, De Pablo le contrató, en nombre de dicha asociación.

Luego sigue Iglesias copiando íntegramente la descripción del experimento que figura en el Informe Pericial, y pasa por fin a la valoración de la prueba.
Veamos las objeciones que plantea el intrépido perito:
…las bolsas empleadas en el experimento no son físicamente las mismas
Esta objeción no puede ser debida más que a mala fe. Ni son las mismas ni pueden serlo. Las bolsas que, durante tres años, han contenido el explosivo, y sobre las que pesa la sospecha de ser permeable, no pueden ser utilizadas en este experimento. Es imprescindible usar bolsas “lmpias”.

…ni se puede asegurar en modo alguno que sean de la misma calidad que las del almacenaje y remisión de muestras utilizadas hace tres años. Las bolsas empleadas en el experimento fueron enviadas recientemente por los Tedax, según el director de la pericia
Es patente la mala fe, así como la utilización de la manera de pensar conspiracionista; las bolsas fueron las pedidas a los TEDAX, con la expresa referencia de que se necesitaban aquellas que se usaban durante 2004; pero, como no se obtuvieron las conclusiones deseasas por Iglesias, éste afirma no tener la seguridad que sean guales, con añadidura de la malévola insinuación de que fue el Director de la pericia quien afirma que las bolsas son las que enviaron las bolsas, como si no se fiase de que Alfonso Vega hubiera dado el “cambiazo”…

…el volumen (un litro escaso) del bote de vidrio cerrado en el que se introducen las bolsas de polietileno que contienen las muestras para análisis por cromatogramas de gases no es comparable al de un recinto de almacenamiento de explosivos que, por lógica, debe estar ventilado…

En lo que respecta al experimento, el volumen del continente de las bolsas es absolutamente irrelevante. El experimento trataba de demostrar si las bolsas eran, o no permeables, y eso depende del tamaño de los poros y de las moléculas a difundir, no de la concentración que se adquiriese en el aire circundante.

Por otro lado, la perito químico de los TEDAX dijo, en declaración bajo juramento, que el recinto donde estuvieron almacenadas las muestras durante los tres años fue un armario cerrado.
Acusación Particular: ¿Nos puede explicar entonces cuáles son las condiciones en las que ha tenido usted almacenadas estas muestras?

Perito nº 17632: Bueno, son condiciones de humedad y temperatura estables, sin luz, sin paso de gente, cerrado, ventilado, pero cerrado mediante una puerta de acceso, y a su vez las muestras del 11-M estuvieron introducidas en un armario. El local, lo que más les importa en este tipo de muestras es la temperatura y el grado de humedad, que sea por lo menos constante.
Un armario no es un frasco de vidrio, pero tampoco tres años son un mes, o el tiempo que durase el experimento.

Para que el vapor traspase esta triple barrera (cartón, atmósfera de la caja, bolsa de polietileno) haría falta que se condensara, pasando a estado líquido.
Rotundamente no. La limitación que esa “triple barrera” ofrece al paso de las moléculas suspendidas en el aire reside en el tamaño de los poros más pequeños, en este caso los poros de la bolsa de polietileno. Si las moléculas son más pequeñas que los poros de la bolsa de polietileno, difundirán a través de ellos, de los poros de la bolsa de cartón, y por descontado a través de la atmósfera. ¿Qué clase de químico cree que una bolsa de cartón puede evitar el paso de moléculas volátiles de tamaño infinitesimal? ¿Qué clase de barrera ofrece “la atmósfera”?

Un experimento representativo de la situación de almacenamiento habría consistido en disponer las muestras objeto de estudio en un sistema de elementos barrera como el que acabamos de indicar.
Y esperar tres años a realizar las mediciones. Para que luego los conspiracionistas no aceptasen los resultados alegando miles de pequeñas deficiencias en la cadena de custodia que se pueden producir durante tres años, o que se inventarían sobre la marcha.

Iglesias, que nos conocemos todos.
No se contempla la posibilidad de que la alteración de la composición original de las muestras se haya podido producir, no a través de las bolsas, sino mediante un contacto directo entre la muestra alterada y las sustancias alteradoras, ya sea puras o en disolución.
Sí se contempla, pero no por parte de los peritos, sino por el Tribunal, que lo desecha por falta absoluta de pruebas a favor.

Aquí Iglesias continúa mostrando su conocimiento de series como CSI, donde el perito químico de marras no sólo es capaz de reconstruir un crimen a partir de un cerillo (doblaje latino, lo siento) sino que captura él sólo al criminal.

Si bien el Tribunal encargó a los peritos químicos que realizaran unos análisis y dio las instrucciones precisas y necesarias para ello, entre las que no se encuentran que los peritos jueguen a “polis y cacos”, no se pasó por alto la posibilidad de una contaminación por contacto (aunque sólo fuera porque “El Mundo” no paró de tratar de montar un juicio paralelo contra Sánchez Manzano sobre esa descabellada teoría.

Pero, una de dos: o la contaminación fue accidental (lo que supondría el increíble descuido de almacenar las muestras en contacto directo y, curiosamente, el propio Iglesias da crédito a la “triple barrera” de la que habló la perito químico, aunque participe en la campaña de difamación contra ella orquestada por “El Mundo”) o la contaminación fue intencionada, lo que, además de no tener ningún sentido, carece tan en absoluto de indicios que lo hagan sospechar que el Tribunal no debió dedicar ni un minuto de más a estudiar tan absurda teoría.

Pero para comentar tan descabellada teoría esperaremos a la siguiente entrada, donde le dedicaremos un capítulo especial…

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